No desearas a la mujer de tu projimo

No desearas a la mujer de tu projimo
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Este mandamiento orienta la intención de nuestro corazón, en cuánto a que resume todos los preceptos de la ley.
San Pablo dice "Os digo, pues: caminad según el Espíritu y no seréis arrastrados a satisfacer los deseos de la carne, pues la carne tiene deseos contrarios al Espíritu y el Espíritu a la carne. Ambas cosas se oponen entre sí".
(Gál 5, 16-17).
"La luz del cuerpo es el ojo. Cuando tu ojo está límpio, todo tu cuerpo está iluminado, pero si tu mirada es sucia, tu cuerpo estará en tinieblas. Cuída pues de que la luz que hay en tí no sea tiniebla". (Lc 11, 34-35)
Es la envidia lo que vuelve sucia nuestra mirada, porque sin rectitud interior, toda actitud, toda palabra, resultará vana, todos somos tentados por la ambicion que nos atrae y seduce. La persona objeto de lujuria tropieza en la ingenuidad, en las relaciones interpeersonales, y hace que el prójimo caiga en la debilidad, con el único objetivo de engañarla
El deseo precede a la acción como la voluntad a las obras- especialmente en el campo sentimental- el deseo, si es aceptado por la mente, difícilmente es noqueado
Cuando queremos algo, lo buscamos a toda costa, aunque no nos pertenezca: la prudencia nos ayudará en este trance.
Este mandamiento está unido al sexto, porque entre las otras faltas se condena el adulterio, porque es pecado tomar al cónyuge de otra persona: porque el deseo de hacerlo está un peldaño por debajo de la acción.
  • El Señor nos ordena "no desear", porque conoce nuestras debilidades y el delicado velo que existe entre el deseo y la voluntad. No sólo el acto completo, sino que es pecado hasta el deseo de hacerlo. De una mirada indiscreta surge la malicia que excita la mente a través de la fantasia y los antojos del cuerpo: por eso conviene ser prudentes, castos y sencillos como niños
  • El deseo no es culpa cuando es bueno y no ofende a nadie. Dios quiere que aprendamos a buscar el verdadero Bien, la auténtica belleza, la Felicidad real, el Amor con mayúscula. Porque el Amor jamás es egoista ni estrecho, sino generoso y abierto: no se realiza en el recibir, sino en el dar.
  • El objetivo del mandamiento es la fidelidad conyugal recíproca, que será completa llevándola hasta en el pensamiento y en el deseo, sabiéndole sumar a ella la transparencia total.
  • Los mandamientos noveno y décimo, constituyen la verificación de todos los demás. Quién los observa con verdadera convicción, no puede olvidar éstos dos, porque toda la Ley, pero de un modo particular los Profetas, han llamado a la fe del corazón, contra la exterioridad.

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